Vamos a sumergirnos de nuevo en el germen de aquello que hoy parece rabiosamente nuevo, pero nunca lo es del todo. En este artículo hablamos del origen de comercio electrónico.
Se ha implantado de una manera tan natural y tan rápida, que parece que llevamos comprando online toda la vida. Obviamente esto está muy lejos de ser así, por eso merece la pena hacer un poco de retrospectiva y mirar un poco más atrás para entender cómo se ha llegado a este punto actual.
Los comienzos del comercio
En realidad, todos intuimos cómo se produjo la primera transacción, seguramente sería un trueque en pleno Neolítico. Algún ancestro de cualquiera de los grandes hombres de negocios que hoy conocemos, decidió que podía cambiar su excedente de producción por otro producto que necesitaba y del que carecía.
Digamos que no era nada excesivamente sofisticado, pero funcionaba y sentó las bases.
A medida que las comunidades crecen, sus capacidades técnicas evolucionan, la productividad es mayor y se puede empezar a producir pensando en la comercialización más que en la subsistencia.
El principal impulsor del comercio, probablemente, sería el transporte. Esto abría literalmente las fronteras para conseguir productos que simplemente no se encontraban de manera local.
El comercio por correo
Dejemos a los señores del Neolítico dedicados a sus tareas y demos otro salto en la evolución del comercio. Incluso más allá de las tiendas físicas que se fueron creando para gestionar la compra venta.
El hecho de vender por correo postal utilizando un catálogo para ver las características esenciales de los productos suponía poner en manos del cliente el proceso de compra, de manera autónoma y reduciendo al mínimo los intermediarios. De nuevo se perseguía la eficiencia (algo que aún nos obsesiona).
El creador de la venta por catálogo fue Aaron Montgomery Ward en el año 1872 en unos Estados Unidos que aún eran muy rurales. Los productos no llegaban con facilidad a los usuarios finales y, además, los intermediarios iban cargando los artículos con sus márgenes y eso frenaba el crecimiento potencial.
El señor Ward decidió hacerse con un almacén y llenarlo con diferentes productos que compró por volumen (utensilios de cocina, armas de caza, munición, ropas…). Este primer listing estaba compuesto por 163 artículos que se imprimieron en una simple hoja de papel. Los usuarios marcaban los productos deseados y eran remitidos por correo al paso de unas semanas.
Curiosamente podríamos decir que Aaron Montgomery Ward, inventó de paso los puntos de conveniencia, ya que también entregaba en las estaciones de ferrocarril para que los compradores más remotos tuvieran un lugar de recogida.
Luego evolucionó en la década de 1950 con la expansión de la televisión y las clásicas “teletiendas” que incorporaron la posibilidad de comprar utilizando la red telefónica.
Visto así, estaremos de acuerdo en que las similitudes con el comercio online son más que evidentes. La mecánica es prácticamente idéntica, lo que cambia es el canal de venta y, a medida que se va sofisticando, era fácil prever cuál sería el siguiente salto: Internet.
El origen del comercio electrónico
Se puede decir que el pionero en este aspecto fue el inglés Micahel Aldrich que, en el Reino Unido, conectó un ordenador a un televisor modificado y, utilizando la línea telefónica fue capaz de procesar transacciones multi-usuario y en tiempo real. Corría el año 1979 y para el siguiente, se comenzó a explotar este sistema en transacciones Business 2 Business.
Aunque si hablamos de la primera tienda online destinada al cliente doméstico, el eCommerce… tenemos que hacerlo de una librería.
No, no es esa en la que estás pensando. La que rompió el fuego del comercio digital fue Books Stacks Unlimited (actualmente absorbida por Barnes & Noble). Charles M. Stack comenzó a vender libros online en 1992 o, lo que es lo mismo, 2 años antes que Amazon.
El hecho de montar una librería como negocio inicial tiene sentido desde la estrategia: los productos no son excesivamente delicados, tienen un tamaño contenido que permite enviarlos por correo de manera sencilla y sin grandes costes, son productos de escasa devolución y el margen, por aquel entonces, aún era importante. Lo mismo que le pedimos ahora mismo a un nuevo producto para vender online.
Fíjate en lo paralelo que corre el desarrollo del comercio electrónico con el de la propia red. Recuerda que Internet tal y como lo conocemos, el mismo año en el que se popularizaba la World Wide Web de Tim Berners-Lee, comenzaba a trabajar en el primer navegador para ofrecer un interfaz amigable al usuario.
Insisto: en 1990, solo cuatro años después surgiría el comercio electrónico tal y como lo conocemos (Books Stacks Unlimited).
A continuación, llegaron múltiples tiendas que eran capaces de vender todo tipo de productos y los famosos marketplaces (Amazon, eBay…). Internet, definitivamente, se convertía en un inmenso mercado global lleno de oportunidades para las empresas tradicionales y siendo campo abonado para otras nativas digitales.
Luego llegó el mobile commerce y volvió a hacer pedazos las fornteras: ya ni siquiera era necesario un ordenador, cualquiera podía hacer sus compras desde cualquier lugar y en cualquier momento. Además, también amparó el despegue de los asistentes virtuales y el IOT, con lo que las pantallas dejaron de limitar la conversión.
De hecho, el futuro viene por otro tipo de dispositivos integrados con el metaverso. Podremos comprar utilizando la Realidad Extendida, manipular y “sentir” los productos físicos y comprar productos virtuales a través de unas gafas de Realidad Virtual.
Han sido muchos años: pero estarás de acuerdo conmigo en que del trueque a comprar productos en el metaverso, el recorrido es bastante espectacular y nos va a exigir estar muy atentos a las próximas tendencias.