El origen del IOT: reciente… pero no tanto
Si me has leído antes o has asistido a alguna de mis charlas, es muy probable que hayas visto que me obsesiona bucear en los orígenes de la tecnología. En este caso mi objetivo es el origen del IOT o Internet de las Cosas.
¿Por qué ir a un momento en el que Internet era menos que ciencia ficción? ¿Qué nos aporta ese ejercicio en el contexto actual? Entiendo que te/me hagas estas preguntas, pero te aseguro que mi interés es mucho más práctico que enciclopédico.
El Internet de las cosas, como absolutamente cualquier cosa que brote de la creatividad humana, es algo que surge de un chispazo de creatividad, una solución inédita a un problema actual o futuro. Comprender el proceso y a las personas involucradas en él nos da la perspectiva para afrontar retos que aún no sabemos que existen.
¿Qué es el IOT?
La definición a grandes rasgos sería el dotar a elementos de conectividad a Internet, así como la capacidad para ejecutar tareas de manera autónoma e inalámbrica sin la intervención de un ser humano.
¿Qué tareas? En realidad, prácticamente cualquier cosa que se nos ocurra. Desde gestionar una red logística de una empresa a realizar aprovisionamiento de dentífrico cuando se baja de un determinado nivel de stock o activar remotamente el termostato de la calefacción en un hogar normal y corriente cuando se baja de una determinada temperatura en el exterior.
El origen del IOT
¿Cuántos años piensas que tiene este concepto? Probablemente, si no lo sabes, te orientes por la época en la que se comenzó a utilizar Internet de una manera más o menos habitual. Esto es, más o menos, los años 90 del siglo pasado.
Tendría toda la lógica del mundo, pero de un práctico esto ocurrió antes y, de un modo teórico, muchísimos años atrás.
Piensa por un momento en Nikola Tesla; una de las mentes más brillantes de la historia del conocimiento humano. Siempre se ha dicho que era un adelantado a su tiempo y, aunque la tecnología del siglo XIX podía limitar su capacidad para crear, su visión se proyectaba más allá de lo factible.
Concebía el futuro como un lugar en el que viviríamos rodeados de información en lo que, el mismo, definía como un gran cerebro global con el que interactuaríamos utilizando teléfonos portátiles, tan pequeños que se podrían llevar en un bolsillo.
Casi asusta ver el nivel de clarividencia de un científico de hace 170 años. Pero no es una predicción al estilo de Nostradamus… es una hipótesis científica con todo el fundamento. De hecho, si tuviéramos la suerte de poder hablar con Tesla a día de hoy, seguramente sería capaz de volver a predecir lo que está por venir.
El origen del internet de las cosas, desde el punto de vista de la teoría, podríamos entonces fecharlo entorno a 1846. La idea estaba ahí.
¿Y el origen práctico del IOT? Bueno, aquí hay algunas dudas de concepto. Para algunos se considera que la estación meteorológica ubicada en Mont Blanc en 1875, fue el primer dispositivo autónomo conectado. No se conectaba a Internet por motivos obvios, pero sí era capaz de realizar mediciones y enviarlas a través del telégrafo a un destino remoto.
El primer dispositivo conectado del que se tiene constancia, es algo tan cotidiano como una máquina de vending. Concretamente una máquina expendedora de Coca-Cola en el campus de la universidad Carnegie Melon (Pittsburgh, Pensilvania).
Lo maravilloso es que no fue la marca la que lo desarrolló, fueron los propios estudiantes los que detectaron las posibilidades de la conectividad en objetos, ni siquiera podemos hablar de una necesidad, porque lo que hacía era básicamente, mantener un inventario de las latas disponibles y calculaba si estaban a una temperatura baja.
¿Qué conseguían con esto? Ahorrar algo de tiempo optimizando sus trayectos para la compra y mejorar la experiencia de consumo. Es poco menos que un test, pero si lo piensas bien, la filosofía del IOT poco ha cambiado desde que en los años 80, tres estudiantes (un poco haraganes, todo sea dicho) dieran con la tecla.
Por cierto: este antepasado del IOT estaba conectado a ARPANET, el padre de Internet que, por aquel entonces, tan solo contaba con 300 servidores en todo el mundo.
Después vinieron cada vez más y más dispositivos desde la domótica a la ropa inteligente, soluciones para empresas y para particulares.
Ya en 1999 Kevin Ashton acuñó el término IOT para referirse a una red que permite la conexión e interacción de dispositivos entre sí y con personas.
Este término surgió de su empeño personal para convencer a sus responsables en la multinacional Procter & Gamble de los beneficios de implementar un sistema de etiquetas de radiofrecuencia y sensores que gestionasen de manera inteligente su cadena de distribución. De ahí vino su ejercicio de síntesis y el propio término IOT.
¿Cuál será el futuro del Internet de las cosas? Es una pena no tener aquí al bueno de Nikola para preguntarle, pero su apellido convertido en una marca, ya nos da algunas pistas. Los vehículos conectados, por ejemplo, están más cerca de ser una realidad en nuestras carreteras.
La tecnología 5G ha impulsado decisivamente el IOT en todos los ámbitos del sanitario al retail, el sector energético… estamos viviendo un presente conectado y autónomo que, además, es más sostenible y más eficiente.