Puede parecer un tanto pretencioso por parte del ser humano crear universos paralelos cuando aún nos queda mucho por aprender de este que habitamos, pero todo tiene un sentido, una explicación y un comienzo. Hablemos del origen del metaverso.
Porque es algo absolutamente inherente al ser humano, el interés por otros mundos y, nunca como hasta ahora, hemos estado tan cerca de poder sumergirnos en ellos de una manera natural, pasiva y activa al mismo tiempo.
¿Qué es el metaverso?
Te lo voy a explicar brevemente, pero te recomiendo que estés atento a mi sección Think Tech en la que, junto a Marta de Pablos, profundizaremos muchísmo más en su presente y su futuro. Muy pronto disponible en esta misma página.
Pero lo dicho, vamos a desarrollarlo un poco más. En palabras de la propia Marta, el Metaverso es una nueva realidad que se caracteriza por cumplir tres parámetros: te permite tener una identidad que te define y que es constante, que haya persistencia para que las acciones realizadas mantengan su efecto en ese plano a lo largo del tiempo, es tridimensional e interactivo.
Insisto en que veas el video en cuanto esté disponible, me lo agradecerás. Pero esto es el presente y sabes que tengo auténtica curiosidad por el germen de las cosas, así que he investigado un poco sobre el pasado y los antepasados del metaverso.
El origen del Metaverso y las realidades inducidas
Como decía, las personas siempre hemos buscado la manera de proyectarnos en otro plano de existencia. Encontrar una manera de salir de nuestra realidad por un momento y ser otros individuos con otras características y habilidades. Es lógico: los humanos somos seres creativos que fantasean con una realidad en la que no nos limiten las mismas normas que en la realidad en la que habitamos.
Leído así puede sonar un poco a locura, pero, ¿no es lo que hacemos cuando leemos un libro o vemos una película? Porque a mí sí me lo parece.
Primero la literatura y después el cine, sentaron las bases de algo imprescindible en el Metaverso: la narrativa.
Pero para acercarnos al Metaverso, es imprescindible usar algún tipo de herramienta. Especialmente unas gafas… y eso es lo que hizo Sir Charles Wheatstone creando un dispositivo de visión binocular que mostraba una imagen para cada ojo creando una ilusión de tridimensionalidad.
Esto ocurrió en 1838 -nada menos- y es la base de la tecnología que usan los cascos modernos de Realidad Virtual.
El siguiente hito fue la máquina de Realidad Virtual de Morton Heilig en 1952. Tenía el nombre de Sensorama y era capaz de, combinando video en 3D con audio, olores y una silla vibradora, llevar al usuario de paseo en una moto virtual por las calles de Brooklyn. Aquí la interacción se volvía mayor y la inmersividad también.
Después, en 1981 el MIT en Estados Unidos, sacó a la luz un nuevo proyecto de video interactivo que nos permitía recorrer las calles de Aspen con una mecánica y un interfaz que recuerdan bastante al de algo tan relativamente nuevo como Google Maps.
Podemos decir que hasta ahora, todo lo visto era bastante experimental. Fue la compañía de videojuegos SEGA, la que empezó a encontrar un modelo de negocio en todo esto. Lógicamente los videojuegos son un gran campo de pruebas para el Metaverso y la máquina SEGA VR-1 fue su abanderada en los primeros años de la década de 1990.
Los gráficos eran algo toscos, pero la mecánica de juego y el interfaz para interactuar con los elementos, era un casco de realidad virtual. Incluso el nombre incorporaba el concepto de VR.
Por cierto: el concepto Metaverso ya existía un par de años antes que este arcade viera la luz. Fue acuñado en la novela Snow Crash del escritor Neil Stevenson. Este universo paralelo servía para que los habitantes de una realidad distópica tuvieran una vía de escape virtual.
Después llegaron las famosas gafas Oculus Rift en 2010, el auténtico salto de calidad que despertó el interés de… Facebook que acabó por comprar la empresa por 2.000 millones de dólares. También supuso el comienzo de una pelea comercial en la que entraron jugadores como Samsung o Sony.
Tras el volantazo de Facebook y su nueva denominación, se encuentra la intención de apropiarse del Metauniverso como una marca. El negocio de los próximos años va a venir por este canal y, si no me crees, solo tienes que estar atento a tus pantallas (y gafas).